Cristo no volverá otra vez a la tierra para cumplirla. Tampoco enviará desde el cielo un millón de ángeles para anunciar el evangelio. «Vosotros sois el pueblo escogido para realizar la proclamación». ¡Cuán maravilloso y perfecto es el plan de Dios! Nos dice con claridad quién es quién, y qué es lo que le corresponde hacer a cada uno. Es un plan sabio y razonable. ¿Quién sino Cristo podría proveer salvación perfecta y eterna? No hay otra persona como el Dios-hombre ni en el cielo ni en la tierra.
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